Hassan Nasrallah, el líder de Hezbolá, fue asesinado en un ataque aéreo israelí selectivo en Beirut, Líbano, el viernes.
El ataque marcó una dramática escalada en el conflicto en curso entre Israel y Hezbolá, que comenzó en octubre pasado después de que Hezbolá disparara contra posiciones israelíes en solidaridad con Hamás.
El ataque, que Israel confirmó que era parte de una operación planificada autorizada por el primer ministro Benjamin Netanyahu, tuvo como objetivo una sede subterránea ubicada debajo de un edificio residencial en los suburbios del sur de Beirut.
El ejército israelí afirma que su inteligencia sabía que Nasrallah y otros líderes de Hezbolá se estaban reuniendo en el lugar.
La operación involucró docenas de municiones, incluidas lo que los expertos en municiones identificaron como bombas antibúnkeres BLU-109 de fabricación estadounidense, lanzadas desde aviones de combate israelíes en cuestión de segundos.
REACCIONES AL ASESINATO Y TEMORES DE UNA GUERRA MÁS AMPLIA
El asesinato de Nasrallah causó conmoción en Líbano y Oriente Medio, aumentando los temores de una guerra regional más amplia que podría involucrar a Irán, el principal apoyo de Hezbolá.
El primer ministro libanés Najib Mikati pidió un alto el fuego inmediato, expresando preocupación por la escalada de violencia y el desplazamiento de casi un millón de ciudadanos libaneses.
El papa Francisco, durante su visita a Bruselas, instó a un alto el fuego inmediato en Líbano, Gaza y Palestina y pidió la liberación de rehenes y la provisión de ayuda humanitaria.
El ex primer ministro israelí Naftali Bennett vio el asesinato como una «enorme oportunidad» para que Israel elimine a Hezbolá y para que Oriente Medio rechace a los agentes iraníes. Abogó por el derrocamiento del régimen iraní por diversos medios.
El presidente estadounidense Joe Biden, si bien condenó las acciones de Nasrallah en el pasado y calificó su muerte como una «medida de justicia», expresó su preocupación por la escalada e instó a un alto el fuego.
La administración estadounidense, a pesar de sus esfuerzos por negociar un alto el fuego, pareció haber sido sorprendida por el asesinato, ya que Biden no había recibido advertencia previa del ataque.
LUCHAS INTERNAS Y PRESIÓN INTERNACIONAL
El asesinato también ha puesto de relieve las divisiones internas dentro de Irán sobre cómo responder.
Si bien los partidarios de la línea dura dentro del gobierno iraní han pedido represalias inmediatas, el presidente iraní Masoud Pezeshkian ha instado a la moderación y a una solución diplomática.
La comunidad internacional ha expresado una creciente preocupación por la situación en el Líbano, y los países instan a sus ciudadanos a evacuar.
Estados Unidos, si bien reiteró su apoyo al derecho de Israel a defenderse, ha expresado su preocupación por las víctimas civiles y el riesgo de un conflicto más amplio.
HEZBOLÁ EN DESORDEN: UNA MIRADA MÁS PROFUNDA A LA INFILTRACIÓN ISRAELÍ
El asesinato de Nasrallah, junto con las muertes de varios otros funcionarios de alto rango de Hezbolá en las últimas semanas, ha puesto de manifiesto la profundidad de la penetración de la inteligencia israelí en la organización.
La exitosa operación de Israel para detonar buscapersonas y radios con trampas explosivas utilizadas por miembros de Hezbolá una semana antes del asesinato demostró un nivel alarmante de recopilación de información y capacidad operativa.
Esta serie de éxitos sugiere que Israel se ha infiltrado potencialmente en las filas de Hezbolá, lo que les ha permitido reunir información crítica sobre los movimientos, las comunicaciones y los planes del grupo.
Si bien Hezbolá tiene un historial de reemplazar rápidamente a los líderes caídos, la magnitud de las pérdidas recientes y la aparente violación de la seguridad presentan desafíos significativos para la organización en el corto y largo plazo.
La situación humanitaria en el Líbano es desesperada y se está deteriorando.
Los continuos ataques aéreos de Israel han desplazado a cientos de miles de ciudadanos libaneses, y se estima que la cifra podría llegar al millón.
Muchos de ellos buscan refugio en albergues, escuelas o espacios públicos, mientras que el acceso a necesidades básicas como alimentos, agua y atención médica es cada vez más limitado.
Se espera que la situación empeore si el conflicto continúa.