Kilmar Ábrego García, ciudadano salvadoreño residente legal en Maryland, fue deportado por error a El Salvador por la administración Trump en marzo, a pesar de una orden judicial de inmigración vigente que impedía su expulsión.
Inicialmente estuvo recluido en la infame prisión del Centro de confinamiento por terrorismo (CECOT) antes de ser trasladado a un centro de detención en Santa Ana.
Esta deportación se produjo sin el debido proceso y se ha convertido en un punto central del debate en torno a los derechos constitucionales y la autoridad ejecutiva.
De los diversos relatos de este caso surgen detalles singulares.
A pesar de una orden judicial de inmigración que prohibía su deportación, Kilmar Ábrego García fue expulsado de Estados Unidos por la administración Trump en marzo y enviado a la cárcel CECOT en El Salvador.
Posteriormente fue trasladado a un centro de detención en Santa Ana, El Salvador, donde, según se informa, las condiciones eran mejores, aunque seguía sin tener acceso a la comunicación con el exterior.
La Corte Suprema de Estados Unidos bloqueó el sábado temporalmente las deportaciones de hombres venezolanos retenidos en el norte de Texas en virtud de una ley del siglo XVIII en tiempos de guerra, la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, invocada por la administración Trump.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) presentó una apelación de emergencia, argumentando que las personas corrían el riesgo de ser recluidas en una brutal prisión salvadoreña sin el debido proceso.
Cabe destacar que dos jueces conservadores discreparon de la orden de la Corte Suprema.
El gobierno de Trump reconoció en un expediente judicial que la deportación de Kilmar Ábrego García fue un «error administrativo».
A pesar de ello, funcionarios de la Casa Blanca mantuvieron la acusación de que pertenecía a una pandilla.
El senador Chris Van Hollen viajó a El Salvador para reunirse con Kilmar Ábrego García tras serle negado repetidamente el acceso en la prisión CECOT.
Durante la reunión, que el gobierno salvadoreño propuso inicialmente celebrar junto a la piscina y que estuvo rodeada de cámaras, se colocaron sobre la mesa bebidas similares a margaritas, una medida que el senador Van Hollen describió como un intento de engañar al público sobre la situación de Kilmar Ábrego García.
El senador Van Hollen declaró que ni él ni Kilmar Ábrego García tocaron las bebidas.
Kilmar Abrego García declaró al senador Van Hollen que estaba traumatizado por estar en CECOT, temiendo a otros presos en diferentes bloques de celdas, aunque no temía a los que se encontraban en su celda inmediata.
También expresó tristeza y preocupación por su familia, en particular por su hijo de cinco años, quien tiene autismo y se encontraba en el auto cuando fue detenido.
No tuvo contacto con el mundo exterior hasta su reunión con el senador Van Hollen y su principal petición, además de la libertad, fue hablar con su esposa.
Según informes, el gobierno de Trump prometió pagar a El Salvador 15 millones de dólares para detener a los presos, incluyendo a aquellos deportados ilegalmente.
El caso ha puesto de relieve la división partidista: los demócratas presionan por el regreso de Kilmar Abrego García y critican las acciones del gobierno de Trump por ignorar el sistema judicial y los derechos constitucionales, mientras que los republicanos han defendido al gobierno y han alegado que Kilmar Abrego García es pandillero sin presentar pruebas ante el tribunal.
El Tribunal de Apelaciones del 4.º Circuito de EE. UU. criticó el desafío del gobierno de Trump a las órdenes judiciales y la posibilidad de que la opinión pública perciba la ilegalidad.
Las reacciones de figuras importantes subrayan la gravedad de la situación.
El senador Chris Van Hollen ha defendido firmemente el regreso de Kilmar Ábrego García, enfatizando que el caso no se trata solo de un hombre, sino de la protección de los derechos constitucionales de todos en Estados Unidos.
Ha acusado al gobierno de Trump de ignorar flagrantemente las órdenes de la Corte Suprema y al gobierno salvadoreño de ser cómplice de una detención ilegal.
El senador Van Hollen también criticó al presidente salvadoreño, Nayib Bukele, por intentar engañar al público mediante fotos manipuladas de su reunión.
La esposa de Kilmar Ábrego García, Jennifer Vásquez Sura, se ha mostrado visiblemente emocionada y ha apoyado los esfuerzos para traer a su esposo a casa.
La ACLU ha expresado su profundo alivio por el bloqueo temporal de las deportaciones por parte de la Corte Suprema, destacando el peligro de que las personas sean detenidas sin el debido proceso.
El presidente Trump ha defendido las acciones de su gobierno, afirmando que autorizaría la deportación de «malas personas» y criticando al senador Van Hollen. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que Kilmar Abrego García nunca volverá a vivir en Estados Unidos.
El juez James Boasberg expresó su compasión por la situación, pero se sintió impotente para actuar debido a las limitaciones jurisdiccionales impuestas por un fallo previo de la Corte Suprema.
El juez J. Harvie Wilkinson III, del Tribunal de Apelaciones del 4.º Circuito, expresó su esperanza de que el poder ejecutivo se adhiera al estado de derecho.