Henry Kissinger, una figura destacada de la diplomacia estadounidense que ejerció un inmenso poder como asesor de seguridad nacional y secretario de Estado durante la tumultuosa era de la Guerra de Vietnam y la Guerra Fría, murió el miércoles en su casa de Connecticut. Tenía 100 años.
La vida de Kissinger fue un viaje extraordinario desde sus humildes comienzos hasta la cima de la influencia global.
Sirvió en el ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial obteniendo la Estrella de Bronce por sus funciones de contrainteligencia en la búsqueda de ex miembros de la Gestapo.
Nacido como Heinz Alfred Kissinger en Fürth, Baviera, Alemania, en 1923, huyó de la Alemania nazi con su familia en 1938 y se estableció en la ciudad de Nueva York.
La historia de vida de Kissinger tiene los elementos de un clásico éxito de la inmigración estadounidense.
Henry Kissinger obtuvo un doctorado en ciencias políticas de la Universidad de Harvard, donde se convirtió en profesor.
El ascenso de Kissinger a la prominencia comenzó en la década de 1960, cuando se desempeñó como asesor de política exterior de los presidentes John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson.
En 1969, fue nombrado asesor de seguridad nacional por el presidente Richard Nixon, cargo que ocuparía durante cinco años.
Durante este tiempo, Kissinger jugó un papel fundamental en la configuración de la política exterior de Nixon, incluida la guerra de Vietnam, el acercamiento con China y el tratado de control de armas SALT I con la Unión Soviética.
En 1973, Kissinger fue nombrado secretario de Estado, cargo que ocupó durante el resto de la presidencia de Nixon y los dos primeros años de la presidencia de Gerald Ford.
Como secretario de Estado, Kissinger continuó aplicando una política exterior realista, centrada en mantener el equilibrio de poder y los intereses de seguridad nacional.
Negoció los Acuerdos de Paz de París, que pusieron fin a la participación directa de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, y ayudó a mediar en los Acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto.
Sin embargo, también fue criticado por su papel en la participación de Estados Unidos en el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende y los posteriores abusos contra los derechos humanos durante el gobierno del general Augusto Pinochet.
Durante la gestión del presidente Richard Nixon, Kissinger comenzó a remodelar la política exterior estadounidense y a abogar por conversaciones de «canal secundario» como medio para aperturas diplomáticas.
Su mayor desafío fue la guerra de Vietnam, donde buscó «la paz con honor» y utilizó devastadoras campañas de bombardeos para mejorar la posición negociadora de Estados Unidos.
Sus esfuerzos prolongaron la guerra durante cuatro años, lo que provocó la pérdida de muchas vidas y el surgimiento de los genocidas Jemeres Rojos en Camboya.
Sin embargo, Kissinger recibió el Premio Nobel de la Paz en enero de 1973 por su papel en el acuerdo de alto el fuego.
Continuó sus esfuerzos diplomáticos en el Medio Oriente ayudando en la diplomacia itinerante entre Israel, Egipto y Siria para evitar una escalada durante la Guerra de Yom Kippur.
El legado de Kissinger es complejo y controvertido. Es ampliamente admirado por su intelecto, perspicacia estratégica y habilidades diplomáticas.
Sin embargo, también es criticado por su apoyo a regímenes autoritarios, particularmente en América Latina, y por su papel en la expansión de la guerra de Vietnam.
A pesar de las controversias, Kissinger alcanzó un nivel de celebridad nacional poco común para un miembro del gabinete de un presidente.
Apareció en portadas de revistas y periódicos y recibió varios premios, incluida la Medalla Presidencial de la Libertad.
El legado de Kissinger es complejo, con partidarios y detractores.
A pesar de la controversia en torno a su legado, no hay duda de que Henry Kissinger fue una de las figuras más influyentes en la historia de la política exterior estadounidense.
Su impacto en el escenario mundial fue profundo y su legado seguirá siendo debatido y estudiado durante las generaciones venideras.