Bangladés estalla: la primera ministra Sheikh Hasina huye en medio de violentas protestas

En un dramático giro de los acontecimientos, la primera ministra de Bangladés, Sheikh Hasina, renunció y huyó del país el lunes, buscando refugio en la India. 

Su partida marca un final sorprendente para un reinado de 15 años, empañado por acusaciones de autoritarismo y que culminó en semanas de violentas protestas que cobraron cientos de vidas.

El catalizador de esta agitación fue aparentemente inocuo: las protestas estudiantiles contra un controvertido sistema de cuotas para los puestos gubernamentales que favorecía a los descendientes de los luchadores por la libertad de la guerra de liberación de 1971. 

Esto desató un resentimiento más profundo, alimentado por una economía estancada, un alto desempleo y acusaciones de un gobierno cada vez más autocrático de Hasina. 

Lo que comenzó como llamados a la reforma rápidamente se convirtió en un movimiento nacional que exigía su renuncia y justicia para los muertos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.

La situación llegó a un punto de ebullición durante el fin de semana que desembocó en el lunes, cuando los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad se tornaron mortales, y los informes indican que cerca de 100 personas murieron solo el domingo. 

Esto elevó el número total de muertos a una asombrosa cifra de 250 en las últimas semanas, incluidos al menos 32 niños, según UNICEF. 

Las imágenes de manifestantes incendiando edificios gubernamentales y enfrentándose a la policía inundaron las redes sociales, a pesar de un bloqueo nacional de Internet implementado por el gobierno.

La gota que colmó el vaso llegó cuando los manifestantes, desafiando un toque de queda nacional, irrumpieron en la residencia oficial de Hasina en Daca, saqueando y vandalizando el opulento palacio. 

En otras partes de la capital, los manifestantes incluso atacaron una estatua del padre de Hasina, el jeque Mujibur Rahman, el venerado fundador de Bangladés, cincelando su cabeza con un hacha, un acto simbólico que demuestra la profundidad de la ira y la desilusión.

Bajo una enorme presión y temiendo por su seguridad, Hasina, junto con su hermana, se subió a un helicóptero militar y huyó a la India. 

Su hijo, Sajeeb Wazed Joy, confirmó más tarde la noticia, diciendo a la BBC que su madre estaba «profundamente decepcionada» pero que había dimitido por insistencia de su familia por su propia seguridad. 

Defendió su legado, destacando el crecimiento económico de Bangladés bajo su liderazgo, pero reconoció que una «minoría» se había levantado contra ella.

La comunidad internacional reaccionó rápidamente a la crisis que se estaba desatando. 

El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, pidió una «transición pacífica y democrática» y enfatizó la necesidad de rendición de cuentas por las violaciones de los derechos humanos. 

El líder de la mayoría del Senado de Estados Unidos, Chuck Schumer, aplaudió la valentía de los manifestantes y exigió justicia para los muertos, haciendo eco de la necesidad de un gobierno provisional equilibrado que conduzca a unas elecciones democráticas rápidas.

Mientras tanto, en Bangladés, estallaron celebraciones en las calles de Daca y Londres, donde reside una gran comunidad bangladesí. 

Tarique Rahman, el presidente en funciones del opositor Partido Nacionalista de Bangladés, que se encuentra en el exilio, celebró la dimisión como un testimonio del «poder del pueblo» y pidió la reconstrucción de Bangladés para convertirla en una nación verdaderamente democrática.

El ejército, que llenó el vacío de poder, anunció la formación de un gobierno provisional. 

El jefe del ejército, el general Waker-Uz-Zaman, prometió investigar los asesinatos y llevar a los responsables ante la justicia. 

Instó a los ciudadanos a abstenerse de la violencia y a tener fe en el compromiso del ejército de restablecer la paz y la estabilidad.  Sin embargo, la situación sigue siendo compleja e incierta. 

El movimiento de protesta liderado por estudiantes, ahora conocido como «Estudiantes contra la Discriminación», ha rechazado un gobierno provisional dirigido exclusivamente por los militares y ha propuesto al premio Nobel Muhammad Yunus, conocido como el «banquero de los pobres», como su líder preferido. 

También han exigido la disolución del parlamento, una demanda que ha sido satisfecha desde entonces por el presidente Mohammed Shahabuddin.

Para añadir otra capa de complejidad, la rival de larga data de Hasina y ex primera ministra, Khaleda Zia, ha sido liberada del arresto domiciliario. 

Zia, que fue condenada por cargos de corrupción en 2018, sigue siendo una figura poderosa en la política bangladesí y su liberación suma otro actor al ya volátil panorama político.

El futuro de Bangladés está en juego. Si bien la renuncia de Sheikh Hasina marca un punto de inflexión significativo, el camino hacia un futuro estable y democrático sigue plagado de desafíos. 

El gobierno interino deberá sortear rivalidades políticas complejas, abordar los agravios económicos subyacentes que alimentaron las protestas y garantizar una elección libre y justa que refleje la voluntad del pueblo bangladesí. 

El mundo observa con gran expectación, esperando que este período turbulento finalmente marque el comienzo de una nueva era de paz y prosperidad para la nación.

Te podría interesar!