La trágica muerte de tres rehenes israelíes en Gaza ha vuelto a poner en el centro de atención la actual ofensiva israelí.
Los rehenes fueron identificados erróneamente como una amenaza y fusilados por tropas israelíes durante feroces batallas con combatientes palestinos en la zona.
El incidente ha aumentado la presión sobre el primer ministro Benjamín Netanyahu para que regrese a casa a los israelíes restantes y ha provocado protestas en Tel Aviv.
Los rehenes fueron nombrados Yotam Haim, de 28 años, Samer Talalka, de 22, y Alon Shamriz, de 26.
Habían sido secuestrados en comunidades israelíes cercanas a la frontera de Gaza por Hamás y otros militantes durante el ataque del 7 de octubre que desencadenó la guerra.
La difícil situación de los rehenes ha dominado el discurso público en Israel desde entonces, y sus familias encabezan una poderosa campaña pidiendo al gobierno que haga más para traerlos a casa.
A pesar de las repetidas declaraciones del gobierno israelí de que traer a casa a todos los rehenes es uno de sus principales objetivos en la guerra, no han podido rescatar a ningún rehén desde que las tropas terrestres avanzaron hacia el norte de Gaza.
Hamás liberó a más de 100 rehenes en intercambios por prisioneros palestinos el mes pasado, pero se cree que más de 130 siguen en cautiverio.
El gobierno israelí sostiene que su liberación sólo puede lograrse mediante presión militar sobre Hamás, afirmación que ha dividido profundamente a la opinión pública.
Sin embargo, las trágicas muertes de los tres rehenes han aumentado la presión sobre el gobierno para que renueve las negociaciones con Hamás sobre el intercambio de más cautivos por palestinos encarcelados en Israel.
Han tenido lugar protestas en Tel Aviv, con cientos de personas llenando las calles para una marcha improvisada frente al Ministerio de Defensa de Israel.
Pidieron a los líderes de Israel que hicieran más para que los rehenes restantes fueran liberados.
La plaza frente al Museo de Arte de Tel Aviv se ha convertido en un símbolo de la agonizante espera de las familias, con carteles con los rostros de los rehenes y el mensaje «Tráelos a casa ahora» pegados a farolas y paredes.
La respuesta del gobierno israelí a las protestas y llamados a la acción ha sido continuar con la ofensiva en Gaza.
Los ataques aéreos y los bombardeos israelíes han continuado, incluso en la ciudad sureña de Rafah, parte de las áreas cada vez más reducidas de la pequeña y densamente poblada Gaza a donde Israel había ordenado a los civiles palestinos que evacuaran.
El gobierno israelí ha declarado repetidamente que traer a casa a todos los rehenes es uno de sus principales objetivos en la guerra, además de destruir a Hamás.
Sin embargo, la ofensiva en curso ha matado a más de 18.700 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, la mayoría de ellos mujeres y niños.
Miles más están desaparecidos y atrapados bajo los escombros.
El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, ha dicho que Estados Unidos e Israel están discutiendo un calendario para reducir la ofensiva contra Hamás, aunque coinciden en que la lucha general llevará meses.
Sullivan también se reunió con el presidente palestino Mahmoud Abbas para discutir el futuro de posguerra del enclave asediado.
La administración Biden ha expresado inquietud por el fracaso de Israel a la hora de reducir las víctimas civiles y sus planes para el futuro de Gaza.
Sin embargo, la Casa Blanca sigue ofreciendo un apoyo incondicional a Israel con envíos de armas y respaldo diplomático.
La trágica muerte de los tres rehenes ha puesto de relieve el dilema que enfrenta el gobierno israelí en sus esfuerzos por recuperar con vida a sus rehenes.
La política oficial es que la mejor manera de sacarlos de Gaza es seguir ejerciendo presión militar sobre Hamás. Pero a los familiares de los rehenes les preocupa que esto resulte contraproducente.
Una de sus pancartas decía: «Cada día muere un rehén». Las familias han instado al gobierno a llegar a un nuevo acuerdo con Hamás para que al menos algunos de los rehenes restantes sean liberados.
Hamás ha dicho que sólo liberará a los rehenes restantes si Israel pone fin a la guerra y libera a todos los prisioneros palestinos.
La situación en Gaza sigue siendo terrible, y la ofensiva en curso está causando destrucción y sufrimiento generalizados. La muerte de los tres rehenes se ha sumado a la tragedia y pone de relieve la necesidad de una resolución pacífica del conflicto.
Las protestas en Tel Aviv y el símbolo de la esperanza en la Plaza de los Rehenes muestran que las familias de los rehenes no pierden la esperanza. Continúan pidiendo al gobierno israelí que haga más para traer a sus seres queridos a casa.
Las trágicas muertes de los tres rehenes han aumentado la presión sobre el gobierno para que renueve las negociaciones con Hamás y encuentre una manera de poner fin al conflicto.
La situación en Gaza es compleja y plagada de dificultades, pero está claro que la ofensiva en curso no es la solución. La trágica muerte de los tres rehenes debería servir como una llamada de atención al gobierno israelí y a la comunidad internacional para encontrar una solución pacífica al conflicto y poner fin al sufrimiento del pueblo de Gaza.