El ex presidente de Egipto, Mohammed Morsi, expulsado por el ejército en 2013 después de un año en el cargo, colapsó en un tribunal y murió, según las autoridades.

Una figura principal en el ahora prohibido movimiento islámico Hermandad Musulmana, Morsi acababa de hablar desde una jaula en una audiencia por cargos de espionaje.

La televisión estatal dijo que la causa de la muerte fue un ataque al corazón.

Morsi, quien tenía 67 años, había estado bajo custodia desde su retiro después de las protestas masivas.

La Hermandad Musulmana dijo que la muerte fue un «asesinato».

Los activistas y su familia habían dicho durante mucho tiempo que Morsi no estaba recibiendo tratamiento para problemas de salud graves, como la hipertensión y la diabetes, y que permanecía recluido en régimen de aislamiento.

Morsi se derrumbó momentos después de dirigirse a la corte en El Cairo por cargos de espionaje relacionados con presuntos contactos con el grupo islamista palestino Hamas, que tenía estrechos vínculos con la Hermandad Musulmana.

Habló durante unos cinco minutos desde una jaula de vidrio insonorizada que, según los funcionarios, estaba diseñada para evitar que interrumpiera los procedimientos.

Morsi fue declarado muerto en el hospital a las 16:50 hora local (14:50 GMT) y un informe inicial no mostró signos de lesiones recientes en el cuerpo, dijo el fiscal de Egipto.

El mes pasado, su familia dijo que las autoridades le habían negado repetidamente el acceso y que sabían poco sobre su estado de salud.

Durante su tiempo en prisión, a Morsi sólo se le permitieron tres visitas de familiares y se le negó el acceso a sus abogados o un médico, según el grupo de derechos humanos Amnistía Internacional.

Morsi, quien se convirtió en el primer líder electo democráticamente en Egipto en 2012, ya había sido condenado a más de 45 años de prisión en tres juicios separados, entre ellos por liderar a un grupo ilegal, la detención y tortura de manifestantes antigubernamentales y filtrar secretos de estado.