En el verano de 2024, se desarrolló una tragedia en el corazón del Islam, cuando la peregrinación anual Hajj a La Meca, Arabia Saudita, se vio empañada por una devastadora pérdida de vidas.
Más de 1.000 peregrinos perecieron, sucumbiendo a una combinación mortal de calor extremo y fallas organizativas, dejando tras de sí un rastro de dolor y preguntas sin respuesta.
La peregrinación, un viaje sagrado emprendido por millones de musulmanes a la ciudad santa de La Meca, suele durar cinco días y abarca una serie de rituales, oraciones y ritos.
Sin embargo, en 2024, el Hajj coincidió con una ola de calor sin precedentes, con temperaturas que superaron los 51 grados Celsius (123 Fahrenheit) en La Meca.
Este calor abrasador, junto con la tensión de los exigentes requisitos físicos de la peregrinación, resultó mortal para muchos.
UNA HISTORIA DE DOS GRUPOS:
Los informes sugieren que más de la mitad de las muertes se produjeron entre peregrinos no registrados: personas que habían eludido el sistema oficial de permisos para el Hajj, a menudo debido a limitaciones financieras.
Estos peregrinos no registrados no pudieron acceder a las tiendas con aire acondicionado, a las estaciones de agua y a las instalaciones médicas disponibles para quienes habían obtenido permisos oficiales.
Su vulnerabilidad se vio exacerbada aún más por el hecho de que eran menos visibles para las autoridades, lo que les dificultaba recibir asistencia cuando la necesitaban.
UNA TRAGEDIA GLOBAL CON IMPLICACIONES LOCALES:
La tragedia afectó a musulmanes de todo el mundo, y varios países informaron muertes entre sus ciudadanos.
Egipto sufrió la peor parte de las pérdidas, con más de 650 egipcios muertos confirmados, la mayoría de los cuales eran peregrinos no registrados.
Las autoridades indonesias informaron de 183 muertes, seguidas de India (98) y Pakistán (58). Estados Unidos también confirmó la muerte de varios ciudadanos estadounidenses.
UN LLAMADO A LA RENDICIÓN DE CUENTAS:
La tragedia provocó indignación mundial, y muchos exigieron respuestas de las autoridades saudíes.
El presidente egipcio Abdel Fattah El-Sisi, profundamente afectado por la gran pérdida de vidas egipcias, ordenó la formación de una unidad de crisis para investigar el incidente.
Destacó la necesidad de «coordinación inmediata con las autoridades sauditas para facilitar la recepción de los cuerpos de los fallecidos».
El presidente de Túnez, Kais Saied, tomó una medida más drástica y destituyó a su Ministro de Asuntos Religiosos en medio de la presión pública.
Esta medida drástica reflejó la ira pública generalizada por el manejo de la peregrinación y la percepción de que el gobierno no había protegido a sus ciudadanos.
En otros países, las investigaciones descubrieron un lado más oscuro de la tragedia: se descubrió que las agencias de viajes facilitaban ilegalmente peregrinaciones para personas no registradas, a menudo explotando su deseo de realizar el Hajj para beneficio personal.
Este descubrimiento alimentó aún más la ira pública y encendió llamados a la rendición de cuentas en todos los niveles.
CAMBIO CLIMÁTICO: LA AMENAZA INMINENTE:
El desastre del Hajj de 2024 también sirvió como una cruda advertencia sobre el impacto del cambio climático en futuras peregrinaciones.
Los científicos han advertido repetidamente que el aumento de las temperaturas provocará olas de calor más frecuentes e intensas, lo que podría hacer que el Hajj sea cada vez más peligroso.
Un estudio de 2019 predijo que para mediados de siglo, los niveles de estrés por calor durante el Hajj podrían exceder los umbrales de «peligro extremo», lo que convertiría la peregrinación en una tarea peligrosa para muchos.
UN LLAMADO A LA ACCIÓN:
La tragedia del Hajj de 2024 fue un recordatorio aleccionador del costo humano del cambio climático y de la necesidad de tomar medidas proactivas para salvaguardar a las poblaciones vulnerables.
El mundo debe encontrar soluciones para mitigar el impacto del aumento de las temperaturas, particularmente en eventos como el Hajj, donde millones de personas se reúnen en condiciones ambientales desafiantes.
Esta tragedia también resalta la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas.
El gobierno saudí debe ser responsable de garantizar la seguridad y el bienestar de los peregrinos, tanto registrados como no registrados, y debe trabajar para mejorar su infraestructura y gestión del Hajj para evitar futuras tragedias.
El Hajj es un viaje sagrado, un pilar de fe para millones de musulmanes en todo el mundo. Debe salvaguardarse de las amenazas del cambio climático y los fallos organizativos.
El desastre del Hajj de 2024 sirve como una trágica llamada de atención, que exige un esfuerzo colectivo para proteger esta tradición vital para las generaciones venideras.