El gobierno de Estados Unidos confiscó un avión Dassault Falcon 900EX perteneciente al presidente venezolano Nicolás Maduro en una dramática operación llevada a cabo en República Dominicana el lunes.
El avión privado de 13 millones de dólares, que se encontraba en la nación caribeña para mantenimiento desde marzo, fue confiscado con base en acusaciones de violar las sanciones estadounidenses y las leyes de control de exportaciones.
La operación, en la que participaron varias agencias federales que trabajaron en estrecha colaboración con las autoridades dominicanas, culminó con el vuelo de la aeronave a Fort Lauderdale, Florida.
Esta medida sin precedentes marca una escalada significativa en las tensiones actuales entre Estados Unidos y Venezuela, enviando ondas de choque a través de los círculos diplomáticos y planteando preguntas sobre las implicaciones para las relaciones internacionales.
El fiscal general de Estados Unidos, Merrick B. Garland, anunció la incautación y afirmó: «Esta mañana, el Departamento de Justicia confiscó una aeronave que, según alegamos, fue comprada ilegalmente por 13 millones de dólares a través de una empresa fantasma y sacada de contrabando de los Estados Unidos para su uso por parte de Nicolás Maduro y sus compinches».
Garland enfatizó el compromiso del Departamento de perseguir a quienes violen las sanciones y los controles de exportación de Estados Unidos, y enmarcó la acción como una medida para evitar que se socave la seguridad nacional de Estados Unidos.
La confiscación se deriva de una investigación que reveló que a fines de 2022 y principios de 2023, personas afiliadas a Maduro supuestamente utilizaron una empresa fantasma con sede en el Caribe para ocultar su participación en la compra ilegal de la aeronave a una empresa con sede en Florida.
El avión fue exportado ilegalmente a Venezuela a través del Caribe en abril de 2023.
Matthew S. Axelrod, subsecretario de Control de Exportaciones del Departamento de Comercio, transmitió un mensaje contundente: «Que esta incautación envíe un mensaje claro: las aeronaves adquiridas ilegalmente de los Estados Unidos para el beneficio de funcionarios venezolanos sancionados no pueden simplemente volar hacia el atardecer».
La incautación ha provocado una feroz reacción del gobierno venezolano, que denunció la acción como «piratería» y anunció su intención de emprender acciones legales para «reparar» el daño causado.
Caracas considera que esto no es un incidente aislado, sino parte de una escalada de acciones contra el gobierno tras las polémicas elecciones del 28 de julio, en las que Maduro se adjudicó la victoria en medio de acusaciones generalizadas de fraude.
En respuesta a la incautación, Venezuela extendió la suspensión de los vuelos comerciales a República Dominicana, Panamá y Perú hasta el 30 de septiembre, citando «acciones de interferencia» relacionadas con las elecciones presidenciales y preocupaciones sobre el uso de la aviación civil para fines incompatibles con los principios de seguridad.
El papel de la República Dominicana en la operación ha sido objeto de un intenso escrutinio.
El canciller Roberto Álvarez enfatizó que ni el gobierno dominicano ni el Ministerio Público participaron en la investigación estadounidense.
Explicó que las autoridades dominicanas simplemente cumplieron con las órdenes judiciales que verificaban los méritos de la solicitud de incautación, de conformidad con los acuerdos bilaterales entre los dos países.
El presidente Luis Abinader de la República Dominicana agregó más intriga al revelar que la aeronave no estaba registrada bajo el nombre del gobierno venezolano sino bajo el de un particular.
Cuando se le presionó para que diera más detalles, Abinader afirmó ignorar el nombre específico, citando el alto volumen de aeronaves que llegan al país para servicios de mantenimiento.
Este incidente ha tensado aún más las ya tensas relaciones diplomáticas entre Venezuela y varios países de la región, incluida la República Dominicana.
El 16 de agosto, representantes de más de 20 estados firmaron una declaración en la que instan al gobierno venezolano a respetar la convención sobre asilo diplomático y los derechos de los votantes, al tiempo que expresaron su rechazo a la represión y la violencia postelectoral.
La incautación del avión de Maduro representa una escalada significativa en los esfuerzos del gobierno de Estados Unidos para hacer cumplir las sanciones contra el régimen venezolano.
Sigue a acciones anteriores, incluida la confiscación de un avión de carga Boeing 747-300 en Argentina en febrero de 2024, que fue acusado de servir a operaciones encubiertas por agentes venezolanos e iraníes en América Latina.
Mientras la comunidad internacional lidia con las implicaciones de esta audaz medida, surgen preguntas sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela y el impacto más amplio en la diplomacia regional.
El incidente subraya la compleja interacción del derecho internacional, la aplicación de sanciones y las maniobras geopolíticas en las Américas.
Con Venezuela prometiendo tomar acciones legales y Estados Unidos manteniéndose firme en su decisión, el escenario está listo para una prolongada batalla legal y diplomática.
Mientras las tensiones se intensifican, la comunidad internacional observa atentamente, reflexionando sobre los posibles efectos dominó de esta audaz incautación en la delicada balanza de poder en la región.