Las urnas se han cerrado en las elecciones de Sudáfrica, consideradas como una prueba para el gobernante Congreso Nacional Africano.
Se pronostica que el partido tendrá una mayoría reducida luego de la ira por la economía y la reforma agraria.
Al emitir su voto en la sexta elección nacional democrática del país desde que el apartheid terminó hace 25 años, el presidente Cyril Ramaphosa se disculpó.
«Hemos cometido errores, pero lamentamos esos errores y estamos diciendo que nuestra gente debería reinvertir su confianza en nosotros», dijo Ramaphosa.
El Congreso Nacional Africano, que lideró la lucha contra el apartheid, ha gobernado el país desde 1994. La Alianza Democrática centrista y los Combatientes de la Libertad Económica son sus principales competidores.
Los sondeos de opinión sugieren que el Congreso Nacional Africano obtendrá un poco más del 50% de los votos.
Ganó el 62% de los votos en 2014.
Hay preocupaciones sobre la apatía de los votantes. A pesar de que más de 26 millones de personas se inscribieron para votar, el número más alto en la historia de Sudáfrica, las encuestas locales sugieren que seis millones de personas menores de 30 años no están en la lista electoral.
Los jóvenes que hicieron cola para votar hablaron de sus dificultades para encontrar trabajo, con un desempleo del 27%.
El apartheid, vigente desde 1948 hasta 1994, legalizó la discriminación racial que privilegia a los blancos, y la propiedad de la tierra ha sido un tema polémico.
La minoría blanca todavía posee desproporcionadamente más tierra que la mayoría negra.
El partido Combatientes de la Libertad Económica ha liderado la carga al tratar de cambiar esto.
Otros asuntos relacionados con las elecciones incluyen el descontento por los servicios básicos deficientes, como el agua, la vivienda, la electricidad y la ira por los delitos violentos.
Además de las continuas desigualdades, se piensa que el hecho de no abordar la corrupción ha dañado al Congreso Nacional Africano.
Ramaphosa, quien se convirtió en líder del Congreso Nacional Africano en diciembre de 2017 luego de derrotar por poco a una facción aliada con Zuma, ha prometido mejorar los servicios públicos deficientes, crear empleos y luchar contra la corrupción.
Pero se ha visto limitado por divisiones dentro de su propio partido, donde algunos partidarios de Zuma aún conservan influencia y se oponen a su agenda.