Entre el 4 y el 7 de julio de 2025, catastróficas inundaciones azotaron la región montañosa de Texas, en particular el condado de Kerr, donde al menos 104 personas murieron y 24 permanecen desaparecidas tras la crecida del río Guadalupe, que alcanzó los 8 metros en tan solo 45 minutos.
Las mortíferas inundaciones, provocadas por entre 13 y 28 centímetros de lluvia en un corto período, han sido declaradas entre las más mortíferas en Estados Unidos desde 1925.
El campamento de verano Camp Mystic sufrió la trágica pérdida de 27 campistas y monitores.
Las inundaciones comenzaron la madrugada del viernes 4 de julio, cuando el río Guadalupe experimentó un aumento sin precedentes del nivel del agua.
En la zona de Hunt, el nivel del agua alcanzó aproximadamente los 8 metros, creando una situación catastrófica para Camp Mystic, donde inicialmente se reportó la desaparición de más de 20 niños.
La dramática crecida del río tomó por sorpresa a residentes y campistas.
El administrador de la ciudad de Kerrville, Dalton Rice, informó no haber visto ni una gota de lluvia durante su trote matutino a las 3:30 a. m., y en cuestión de horas fue testigo de la devastadora crecida del río.
Wynne Kennedy, cuya hija de 10 años, Lucy, sobrevivió a la tragedia de Camp Mystic, describió la desgarradora experiencia.
Alrededor de las 12:30 a. m., un rayo despertó a los campistas, y entre la 1:30 y las 2:00 a. m., los gritos llenaron el aire mientras los monitores evacuaban a los niños de las cabañas.
Kennedy elogió la rapidez de reacción tanto de los monitores como de los campistas, señalando cómo «el agua llegó tan rápido y desde múltiples direcciones».
Su hija y otros sobrevivientes huyeron instintivamente a un terreno más alto en el desván del Rec Room, donde esperaron hasta el amanecer antes de ser trasladados en helicóptero a un lugar seguro.
El desastre puso de relieve tanto la imprevisibilidad de las inundaciones repentinas como los desafíos de la preparación para emergencias.
El Jefe de Gestión de Emergencias de Texas, Nim Kidd, reconoció que, si bien el Servicio Meteorológico Nacional había emitido pronósticos, «no predijo la cantidad de lluvia que vimos».
El estado había posicionado proactivamente equipos y equipos de rescate en aguas rápidas basándose en modelos que pronosticaban altos niveles de lluvia, y la División de Gestión de Emergencias de Texas activó los recursos estatales desde el miércoles 2 de julio.
El cronograma reveló una rápida intensificación de las alertas.
Las alertas de inundaciones repentinas comenzaron a las 23:41 del 3 de julio, aumentando a la inusual alerta de «emergencia por inundaciones repentinas» a las 4:15 del 4 de julio.
Sin embargo, la pequeña ciudad de Comfort demostró la importancia de los sistemas de alerta actualizados, utilizando nuevas sirenas de advertencia que ayudaron a los residentes a evacuar antes de que el agua los alcanzara, a diferencia de las áreas vecinas del condado de Kerr, que carecían de sistemas de alerta tan completos.
El Representante de EE. UU. Chip Roy, quien se encontraba en la zona para las celebraciones del 4 de Julio, pidió centrarse en las operaciones de rescate en lugar de en la culpa inmediata, afirmando: «Concentrémonos en encontrar a quienes puedan ser encontrados, y así podremos evaluar qué hacer más adelante».
El Vicegobernador Dan Patrick enfatizó que se había contactado personalmente a las autoridades locales sobre posibles inundaciones, aunque señaló la incertidumbre sobre la ubicación exacta de las tormentas.
La Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, abordó las preocupaciones sobre la capacidad de predicción meteorológica, reconociendo que «el clima es extremadamente difícil de predecir», al tiempo que prometió que el presidente Trump estaba «trabajando para actualizar las tecnologías que se han descuidado».
Algunos críticos cuestionaron si los recortes a las agencias federales de gestión de emergencias afectaron la capacidad de alerta.
El Gobernador Greg Abbott, al analizar la devastación el sábado, enfatizó el poder de la oración durante la crisis, señalando que fue «la palabra más utilizada durante este desastre natural».
Las inundaciones de julio de 2025 en la región montañosa de Texas representan un trágico recordatorio del poder impredecible de la naturaleza y la vulnerabilidad de las comunidades en zonas propensas a inundaciones.
Con más de 1000 personas involucradas en operaciones de búsqueda y rescate, el desastre ha suscitado importantes conversaciones sobre la preparación para emergencias, los sistemas de alerta y la necesidad de mejores tecnologías de predicción meteorológica.
Mientras familias como los Kennedy comienzan el largo proceso de recuperación y duelo, la tragedia sirve como un duro recordatorio de la importancia de las medidas de seguridad contra inundaciones y de los heroicos esfuerzos de los socorristas que arriesgan sus vidas para salvar a otros.