La velocista dominicana Marileidy Paulino, con una actuación que desafió las expectativas, no sólo ganó la medalla de oro en la carrera femenina de 400 metros, sino que también grabó su nombre en los libros de récords olímpicos la noche del viernes en París, bajo las luces del Stade de France.
Paulino, de 27 años, ya campeona del mundo, dominó la carrera de principio a fin, cruzando la línea de meta en un vertiginoso tiempo de 48,17 segundos, destrozando el récord olímpico anterior en poder de Marie-Jose Perec desde 1996.
Su actuación fue un testimonio de años de dedicación y una incansable búsqueda de la excelencia.
«Este es el mejor de mi vida, absolutamente lo es», dijo Paulino, con la voz desbordante de alegría. «Me veía muy fuerte, he trabajado muy duro y ahora tengo un récord olímpico».
Esta victoria no fue sólo una cuestión de gloria personal.
Fue un momento decisivo para la República Dominicana, ya que fue la primera vez que una mujer dominicana consiguió el oro olímpico en cualquier deporte.
«Para mí, esta medalla de oro significa mucho», dijo Paulino a Olympics.com.
«Era la medalla que necesitaba para completar un ciclo olímpico, y es una medalla que mi país necesitaba. La verdad es que valió la pena porque creo que inspirará a muchos jóvenes que están en una situación precaria; muchas puertas se les abrirán gracias a mí».
Marileidy Paulino nació el 25 de octubre de 1996 en el pequeño pueblo de Don Gregorio, Nizao, ubicado en la provincia de Peravia, República Dominicana. Es una zona rural, a aproximadamente una hora de la capital, Santo Domingo.
El camino de Paulino hasta este momento histórico es tan inspirador como su propio logro. Comenzó a practicar atletismo hace solo ocho años, impulsada por el deseo de sacar adelante a su familia.
Sin antecedentes deportivos previos, fue descubierta por el ministro de deportes del país mientras jugaba al balonmano a los 18 años. Su talento en bruto era innegable y pronto fue reclutada por la federación de atletismo.
El camino de Paulino no estuvo pavimentado con privilegios. Comenzó a correr descalza, e incluso cuando podía permitirse zapatos, a menudo pedía prestados zapatillas con clavos. Pero su dedicación nunca vaciló.
En 2015 se unió a la Fuerza Aérea Dominicana, donde equilibró su entrenamiento atlético con el servicio militar, lo que demuestra su compromiso inquebrantable con su país y su pasión.
Es este origen humilde lo que hace que su camino hacia el oro olímpico sea aún más notable. Al crecer con cinco hermanos y enfrentar numerosos desafíos, la determinación y la resiliencia de Paulino se convirtieron en sus fuerzas orientadoras.
En París, Paulino se enfrentó a un grupo feroz de competidores, incluida la actual campeona mundial, Salwa Eid Naser de Bahréin, que se llevó la plata con un tiempo de 48,53.
«Ni siquiera puedo empezar a expresar con palabras lo que esto significa», dijo Naser, reconociendo el logro y admitiendo su propia decepción. «Estoy feliz y, al mismo tiempo, estoy triste».
El triunfo de Paulino fue un catalizador para una ola de emoción y orgullo en toda la República Dominicana.
Atletas como Thea LaFond de Dominica, que ganó el oro en el salto triple, se hicieron eco del sentimiento de una comunidad caribeña unida. «Era nuestro turno, hombre», dijo LaFond. «De alguna manera se convierte en una verdadera familia. Cuando decimos un Caribe, un amor; un Caribe, un amor».
Sin embargo, esta victoria para Paulino es solo un capítulo de su historia. Ella sigue motivada, con la mira puesta en romper el récord mundial que posee Marita Koch desde 1985.
Pero mientras celebra su logro histórico, encarna el espíritu de los Juegos Olímpicos: una prueba irrefutable del poder de la dedicación y la fuerza transformadora que se libera al abrazar la excelencia.
La hazaña sin precedentes de Paulino no es solo un logro personal, sino un faro de esperanza e inspiración para los jóvenes dominicanos, demostrando que con dedicación, todo es posible.
La actuación de Marileidy Paulino en París no se trata solo de una medalla de oro; se trata de escribir historia, inspirar a una nación y dejar una marca inolvidable en el mundo del atletismo.