Manifestantes y fuerzas de seguridad se enfrentaron por tercer día en Santiago de Chile.
Cinco personas murieron luego de que una fábrica de ropa fue incendiada por saqueadores cerca de la capital de Chile, Santiago, en medio de una ola de protestas.
El ejército y la policía utilizaron gases lacrimógenos y cañones de agua contra los manifestantes, y se impuso un toque de queda nocturno en las principales ciudades.
Los disturbios, provocados por el aumento de precios del metro ahora suspendido, se han intensificado para reflejar la ira por los costos de vida y la desigualdad.
El presidente Sebastián Piñera ha defendido la respuesta del gobierno.
Las protestas continuaron en todo el país a pesar del estado de emergencia en cinco regiones declaradas por Piñera el viernes, lo que permite a las autoridades restringir la libertad de movimiento de las personas y su derecho de reunión.
El domingo continuaron los saqueos y los incendios provocados, y los manifestantes incendiaron más autobuses, destruyeron estaciones de metro y se enfrentaron con la policía antidisturbios.
En Santiago, se suspendió casi todo el transporte público, se cancelaron los vuelos fuera del aeropuerto internacional y las tiendas permanecieron cerradas.
El sábado, tres personas murieron en ataques incendiarios en dos supermercados.
Más de 1.400 personas fueron detenidas en todo el país, dijeron las autoridades, mientras que otras dos sufrieron heridas de bala después de un enfrentamiento con la policía.
Miles de soldados y tanques han sido enviados a las calles de la capital y otras ciudades por primera vez desde 1990, cuando Chile regresó a la democracia después de la dictadura de Augusto Pinochet.
