La primera ministra británica, Liz Truss, renunció el jueves, después de un mandato tumultuoso de seis semanas en el que sus políticas provocaron turbulencias en los mercados financieros y una rebelión a lo interno de su partido.
Hablando fuera de Downing Street, Truss dijo que había entregado su renuncia al rey Carlos después de reunirse con Graham Brady, el líder del Comité 1922 del Partido Conservador, el jueves temprano.
“Dada la situación, no puedo cumplir el mandato en el que fui electa por el Partido Conservador”, dijo en un breve discurso.
Truss dijo que permanecerá en su cargo como primera ministra interina hasta que se nombre un sucesor, y se espera que se lleve a cabo una competencia de liderazgo durante la próxima semana.
La partida de la primera ministra sigue a días de renuncias de alto nivel y un número creciente de miembros conservadores del parlamento que pidieron públicamente la renuncia de Truss.
Solo un día antes, Truss había prometido permanecer en el poder. Pero Truss no pudo aguantar más después de que una ministra de alto rango renunció a su gobierno con un aluvión de críticas, solo unos días después de que se vio obligada a abandonar muchas de sus políticas económicas.
Su partida deja a un Partido Conservador dividido que busca un líder que pueda unificar sus facciones en guerra.
Un número creciente de legisladores había pedido la renuncia de Truss después de semanas de confusión provocada por su plan económico.
El plan presentado por el gobierno el mes pasado desencadenó turbulencias financieras y una crisis política.
Truss despidió el viernes pasado a su ministro de finanzas y aliado cercano, Kwasi Kwarteng, después de sólo 38 días en el cargo, bajo presión para revertir un paquete económico desastrosamente recibido que obligó al Banco de Inglaterra a intervenir en el mercado de bonos para evitar que los fondos de pensiones quedaran atrapados en el caos, a medida que aumentaban los costos de los préstamos y las hipotecas.
Truss tuvo que revertir parte de la política fiscal en un intento desesperado por sobrevivir políticamente a menos de 40 días de su mandato como primera ministra.
Con los mercados financieros en crisis y millones enfrentando una crisis del costo de vida, los economistas e inversionistas dijeron que su revocación de 20 mil millones de libras (22 mil millones de dólares) en recortes de impuestos aún no era suficiente para restaurar la calma.
Rishi Sunak, Penny Mordaunt e incluso el ex primer ministro Boris Johnson se encuentran entre los posibles candidatos para reemplazar a Truss.
Rishi Sunak, exministro de Finanzas de Gran Bretaña y principal oponente de Truss en la carrera por el liderazgo del Partido Conservador de este año, ahora es visto como una de los favoritos.
Penny Mordaunt, ex ministro de defensa, ocupó el tercer lugar en la carrera para convertirse en el próximo primer ministro hace solo seis semanas.
A pesar de perder ante Truss en la ronda final de votación de los miembros conservadores, Sunak fue la primera opción entre los parlamentarios del partido en materia fiscal.
Los partidarios consideran que el hombre de 42 años, a quien se le atribuye haber dirigido la economía del Reino Unido durante el punto álgido de la pandemia de Covid-19, está en una buena posición para liderar al país a través del empeoramiento de la crisis del costo de vida.
Los británicos se enfrentan al aumento de los precios de los alimentos y el combustible, con una inflación que ahora supera el 10 %, mucho más que la mayoría de los aumentos salariales.
Una encuesta reciente de Vidas Financieras de la Autoridad de Conducta Financiera, encontró que 60% de todos los adultos del Reino Unido, encuentran que pagar sus facturas es una carga pesada a medida que la crisis del costo de vida azota.
La encuesta dijo que había 4,2 millones de personas que no habían podido pagar las facturas domésticas o pagos de créditos en tres o más de los últimos seis meses.
La confianza entre los consumidores británicos se mantuvo cerca del nivel más bajo registrado
con hogares que enfrentan una inflación de dos dígitos, tasas de interés en aumento y caos político, según los sondeos que realizan firmas de estudios de mercado.
El Partido Conservador, que tiene una gran mayoría en el parlamento y no necesita convocar elecciones nacionales hasta dentro de dos años, elegirá ahora un nuevo líder el 28 de octubre: el quinto primer ministro británico en seis años.
El líder laborista de la oposición, Keir Starmer, renovó el jueves los llamados a elecciones generales inmediatas y dijo que el gobierno estaba demasiado sumido en «disputas políticas» para liderar el país.
Las últimas encuestas de opinión sugieren que los tories sufrirían una derrota aplastante.
Si los parlamentarios conservadores no pueden llegar a un voto por consenso sobre un futuro líder, es posible que el Reino Unido vaya a las urnas.
Los organizadores dijeron que cualquier candidato necesitaría el respaldo de 100 legisladores, y que si solo un candidato pasa ese umbral a las 2 p.m. (hora local) del lunes se convertirá automáticamente en primer ministro. Si quedan dos candidatos, los miembros del partido obtendrán un voto en línea.
Liz Truss es Primera Ministra desde el 6 de septiembre de 2022, tras sustituir a Boris Johnson como líder del Partido Conservador. Truss es la tercera mujer primera ministra después de Margaret Thatcher y Theresa May.
Truss es el cuarto primer ministro en renunciar desde la votación del Brexit de 2016, siguiendo a David Cameron, Theresa May, y Boris Johnson.
La próxima semana se completará una elección de liderazgo para reemplazar a Truss, quien es el primer ministro con menos tiempo en la historia de Gran Bretaña.
El tiempo pasado más corto anterior fue George Canning, quien sirvió menos de cuatro meses en 1827 antes de su muerte.
Gran Bretaña está sumida en una crisis política y económica, y enfrenta el caos que siguió al Brexit.
Por un estrecho pero rotundo margen, los británicos optaron por salir de la Unión Europea en 2016. El resultado no solo reveló cuán profundamente dividida está Gran Bretaña, sino que también alteró la dirección de su política exterior, económica y comercial.
Después del Brexit, la mayoría de los politólogos y economistas proyectaron que la nación insular se volvería más pobre y menos relevante políticamente como miembro del orden económico global.