Una lucha de poder en Sudán entre el ejército y los paramilitares estalló en enfrentamientos el sábado, matando al menos a 56 civiles y docenas de combatientes, según funcionarios médicos y testigos.
La lucha comenzó cuando las Fuerzas Rápidas de Apoyo, un grupo paramilitar que fue instrumental para expulsar al dictador de Sudán Omar al-Bashir en 2019, atacó una base militar en la capital, Jartum.
El ejército respondió con fuerza, y los combates se extendieron rápidamente a otras partes de la ciudad.
Los enfrentamientos continuaron durante varias horas, y al final del día, al menos 56 civiles y docenas de combatientes habían sido asesinados, según funcionarios médicos. Cientos más resultaron heridos.
La lucha es la más reciente de una serie de enfrentamientos entre el Ejército y el grupo Fuerzas Rápidas de Apoyo, que se han vuelto cada vez más tensos en los últimos meses.
Los dos grupos alguna vez fueron aliados, pero desde entonces están en desacuerdo en varios problemas, incluido la integración del grupo paramilitar en el ejército regular.
La lucha es un gran revés para la frágil transición de Sudán a la democracia.
El país ha estado en un estado de agitación política desde la expulsión de Bashir, y el golpe militar en octubre de 2021 descarriló aún más el proceso de transición.
La comunidad internacional ha condenado la lucha y ha pedido un alto el fuego inmediato. Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas han pedido a las dos partes que resuelvan sus diferencias a través del diálogo.
La violencia ha generado temores de una guerra civil más amplia en Sudán, que ya está luchando contra la inestabilidad económica y política.
El golpe de octubre 2021 fue un gran revés para la transición de Sudán a la democracia, que comenzó en 2019 después del derrocamiento del dictador Omar al-Bashir.
Estados Unidos y otros países occidentales condenaron el golpe y pidieron la restauración del gobierno civil.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene previsto celebrar una reunión sobre Sudán el lunes.
La lucha es un recordatorio de las profundas divisiones que todavía existen en Sudán.
También es una señal de los desafíos que enfrenta el país, ya que trata de construir un nuevo futuro democrático.