La escalada del conflicto en Gaza ha provocado una tormenta de protestas en los campus universitarios de Estados Unidos, con estudiantes exigiendo que sus instituciones adopten una postura contra Israel a través del movimiento BDS: Boicot, Desinversión y Sanciones.
La situación alcanzó un punto de ebullición en la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, donde una protesta pacífica pro-palestina escaló hasta convertirse en un tenso enfrentamiento que culminó en una dramática redada policial y cientos de arrestos.
De la protesta pacífica a la redada policial:
La noche del martes 30 de abril, las tensiones en la Universidad de Columbia alcanzaron un punto álgido.
Los estudiantes propalestinos habían estado ocupando Hamilton Hall y acampando en el césped durante días, exigiendo que la universidad se uniera al movimiento BDS.
Si bien la protesta inicial fue pacífica, la situación se deterioró cuando «agitadores externos» entraron en escena, según el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams.
Estos individuos, supuestamente no afiliados a la universidad, fueron acusados de «entrenar» y «cooptar» el movimiento, lo que provocó vandalismo, el desmantelamiento de cámaras de seguridad y el bloqueo de edificios.
Temiendo por la seguridad de los estudiantes y el personal, la Universidad de Columbia solicitó ayuda a la policía de Nueva York.
En una «operación masiva», la policía allanó Hamilton Hall y despejó el campamento, arrestando a aproximadamente 300 personas.
Los cargos incluían allanamiento de morada, conducta criminal y robo.
Reacciones y repercusiones:
La intervención policial provocó una ola de críticas, y algunos acusaron a la universidad y a las autoridades de reprimir la libertad de expresión y de emplear fuerza excesiva.
Sin embargo, el alcalde Adams defendió la operación y enfatizó la necesidad de diferenciar entre protesta pacífica y «caos».
Destacó la presencia de antisemitismo y sentimientos antiisraelíes dentro del movimiento, afirmando que los agitadores no estaban interesados en soluciones pacíficas.
La comisionada adjunta Rebecca Weiner se hizo eco de este sentimiento y afirmó que la operación tenía como objetivo combatir la «normalización e incorporación de la retórica asociada con el terrorismo» en los campus universitarios.
Hizo hincapié en la necesidad de evitar que las universidades se conviertan en paraísos del vandalismo y la actividad criminal.
Mientras tanto, los estudiantes de la Universidad de Columbia enfrentaron las consecuencias inmediatas de la redada.
La escuela pasó al aprendizaje remoto y los agentes de la policía de Nueva York permanecieron en el campus hasta el 17 de mayo.
Los estudiantes que vivían fuera del campus enfrentaban acceso restringido, con sólo una entrada abierta y visitantes «no esenciales» rechazados.
Se vio a algunos estudiantes sacando sus pertenencias de las viviendas universitarias, optando por abandonar el ambiente tenso.
Un movimiento a nivel nacional:
Los acontecimientos ocurridos en la Universidad de Columbia son sólo una pieza de un rompecabezas mayor.
Han estallado protestas en universidades de todo el país, desde las instituciones de la Ivy League de Harvard y Yale hasta universidades públicas como UCLA y la Universidad de Wisconsin-Madison.
En UCLA, los enfrentamientos entre grupos propalestinos y pro israelíes se tornaron violentos, con informes de individuos enmascarados atacando a los manifestantes con palos y desmantelando barricadas.
La universidad pidió apoyo a las fuerzas del orden, lo que agravó aún más la situación.
Ecos del pasado:
La actual ola de protestas establece paralelismos con el activismo estudiantil de finales de los años 1960 contra la guerra de Vietnam.
Una vez más, los estudiantes ocupan edificios, exigen que se escuchen sus voces y se enfrentan a la intervención policial.
El contexto histórico añade otra capa de complejidad a la situación actual, planteando interrogantes sobre el papel de las universidades en el discurso político y el equilibrio entre la libertad de expresión y el mantenimiento del orden.
La incertidumbre acecha:
Mientras continúa el conflicto entre Israel y Gaza, el futuro del movimiento BDS en las universidades estadounidenses sigue siendo incierto.
¿Sucumbirán las universidades a la presión y se unirán al boicot? ¿O resistirán, priorizando la libertad académica y el diálogo abierto?
Las respuestas a estas preguntas sin duda darán forma al panorama del activismo estudiantil y al debate actual en torno al conflicto palestino-israelí.
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