República Dominicana niega supuesta presión de Estados Unidos sobre los migrantes haitianos

El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, desmintió acusaciones infundadas del senador estadounidense Marco Rubio sobre una supuesta presión de Estados Unidos para que acepte a 3 millones de migrantes haitianos que buscan refugio en el país.

El viernes 19 de abril Diario Libre publicó un artículo del senador republicano de Florida, Marco Rubio, en el que alegaba que la administración Biden, influenciada por «grupos radicales de izquierda» como Amnistía Internacional, estaba presionando a la República Dominicana para que aceptara la asombrosa cifra de inmigrantes haitianos. 

Esta afirmación conmocionó a toda la región, provocando un acalorado debate en torno a las políticas de inmigración, los derechos humanos y las complejidades históricas entre las dos naciones que comparten la isla Hispaniola.

El presidente dominicano, Luis Abinader, refutó rápidamente las acusaciones de Rubio, afirmando la autonomía de su país en la gestión de sus fronteras y negando cualquier presión de Estados Unidos. 

La Embajada de Estados Unidos en Santo Domingo se hizo eco de este sentimiento, enfatizando el respeto a la soberanía dominicana y aclarando que nunca habían solicitado la aceptación de inmigrantes indocumentados.

Sumándose al coro de disidencia, el congresista demócrata Adriano Espaillat, representante dominicano-estadounidense, denunció con vehemencia las afirmaciones de Rubio como «completamente falsas», destacando la fuerte relación entre Estados Unidos y República Dominicana y la consideración positiva de la administración Biden por el liderazgo del país.

Espaillat, en una entrevista radial, señaló lo absurdo de la afirmación de Rubio de que una ONG como Amnistía Internacional podría ejercer tal influencia sobre el gobierno de Estados Unidos, comparándola con la sugerencia de que los think tanks de derecha dictan la política estadounidense.

Pero en medio de los vaivenes políticos, surgió una preocupación más profunda: el costo humano de la crisis. 

Amnistía Internacional, junto con otras organizaciones de derechos humanos, publicó una carta abierta expresando alarma por presuntas violaciones de derechos humanos contra migrantes haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana. 

Documentaron relatos inquietantes de deportaciones masivas, discriminación racial durante las operaciones de inmigración, uso excesivo de la fuerza e incluso la deportación de mujeres embarazadas que buscaban atención médica. 

Estas afirmaciones pintaron un panorama preocupante de una población vulnerable que enfrenta discriminación y maltrato.

Para echar más leña al fuego, el ex embajador de Estados Unidos en la República Dominicana, Wally Brewster, recurrió a las redes sociales para criticar a los medios por amplificar las afirmaciones de Rubio y calificar la situación de «manipulación política». 

Cuestionó la validez de las acusaciones e instó a los medios de comunicación a verificar los hechos antes de perpetuar una narrativa que atendía a los «nacionalistas dominicanos, antihaitianos, antiamericanos y pro-Trump».

La situación se complica aún más por las complejidades históricas entre la República Dominicana y Haití, marcadas por períodos de conflicto y ocupación. 

La República Dominicana, que lucha por hacer frente a la afluencia de inmigrantes haitianos que huyen de la actual crisis en su tierra natal, expresó su frustración por la lenta respuesta de la comunidad internacional a la hora de proporcionar ayuda y establecer una misión de seguridad multinacional.

La historia, que se desarrolla como un complejo tapiz tejido con hilos de agendas políticas, preocupaciones de derechos humanos y bagaje histórico, destaca la difícil situación de los inmigrantes haitianos que buscan desesperadamente una vida mejor. 

También arroja luz sobre los desafíos que enfrenta la República Dominicana en la gestión de sus fronteras en medio de una crisis humanitaria y la necesidad urgente de un enfoque colaborativo para abordar las causas fundamentales de la inestabilidad en Haití. 

La tormenta caribeña, lejos de amainar, continúa haciendo estragos, dejando tras de sí un rastro de preguntas sin respuesta y un llamado a la empatía y a la acción decisiva por parte de la comunidad internacional.

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