En los sagrados salones de la Iglesia Metodista Unida Glenn Memorial en Atlanta, familiares, amigos e invitados distinguidos se reunieron para despedir a una mujer extraordinaria: la ex primera dama Rosalynn Carter.
Rosalynn Carter falleció el domingo 19 de noviembre a las 2:10 p.m. en su casa de Plains, Georgia. Tenía 96 años. Falleció tranquilamente, rodeada de sus seres queridos.
El servicio de homenaje celebrado el martes fue un reflejo conmovedor de una vida bien vivida, que abarca casi un siglo de amor, fe y compromiso inquebrantable con el activismo.
Rosalynn Carter era conocida por su trabajo en defensa de la salud mental y una figura destacada de la política estadounidense.
Su hijo, James Earl «Chip» Carter III, habló de cuánto ella influyó en él y en su vida. Dijo que ella era el pegamento que mantuvo unida a su familia durante los altibajos de la política familiar.
Rosalynn, nacida y criada en Plains, Georgia, no fue sólo una primera dama; era una abuela cariñosa, una aventurera y un faro de fuerza inquebrantable.
La ceremonia, a la que asistieron luminarias como el presidente Joe Biden, el ex presidente Bill Clinton y las ex primeras damas Hillary Clinton, Laura Bush, Michelle Obama y Melania Trump, subrayó el profundo impacto que tuvo en la nación.
Los acontecimientos se desarrollaron a lo largo de tres días y comenzaron con una caravana que escoltó los restos de Rosalynn hasta la Biblioteca y Museo Presidencial Jimmy Carter.
La ex primera dama yacía en reposo, un momento para que el público presentara sus respetos. El martes, el servicio de homenaje en la Iglesia Metodista Unida Glenn Memorial vio momentos emotivos, incluida la lectura de una carta de amor del ex presidente Jimmy Carter, un testimonio de su amor perdurable durante 77 años de matrimonio.
Cuando el pastor de la familia Carter, Tony Lowden, expresó su gratitud al Servicio Secreto por proteger a Rosalynn durante 46 años, el servicio resonó con temas de amor, resiliencia y el profundo impacto que ella tuvo en quienes la rodeaban.
Jason Carter, nieto de Rosalynn, capturó su esencia al afirmar: «Mi abuela no necesita un panegírico, su vida fue un sermón».
Pintó un cuadro vívido de su normalidad, compartiendo anécdotas de recetas cargadas de mayonesa y tarjetas de cumpleaños con billetes de 20 dólares.
El interludio musical de las superestrellas de la música country Garth Brooks y Trisha Yearwood, interpretando «Imagine» de John Lennon, añadió un toque conmovedor.
Su participación hizo eco de la conexión que los Carter tenían con la industria musical, como lo demuestra la participación de Brooks y Yearwood en el Proyecto de Trabajo Carter de Hábitat para la Humanidad a principios de año.
El servicio también arrojó luz sobre el trabajo pionero de Rosalynn en defensa de la salud mental. Jason Carter destacó su visión de futuro al abordar el estigma de la salud mental en 1970, cuando la conciencia social sobre el tema era limitada.
Hizo hincapié en cómo sus esfuerzos no sólo cambiaron vidas sino que las salvaron, incluso dentro de la familia Carter.
La periodista Judy Woodruff, reflexionando sobre su antigua admiración por Rosalynn Carter, describió cómo redefinió el papel de la primera dama.
Woodruff recordó casos de la participación activa de Rosalynn en reuniones de gabinete, sus misiones diplomáticas y su dedicación a cuestiones de derechos humanos durante un viaje al Caribe, América Central y del Sur.
El servicio tomó un giro profundamente emotivo cuando el ex presidente Jimmy Carter, que ahora tiene 99 años y recibe cuidados paliativos, hizo una aparición pública en una silla de ruedas reclinada.
Su hija, Amy Lynn Carter, leyó una carta de amor que había escrito hace 75 años mientras servía en la Marina. La carta, llena de afecto eterno, se convirtió en un símbolo conmovedor de su amor perdurable.
Al concluir la ceremonia, la anticipación por el funeral de Rosalynn el miércoles en Plains, Georgia, era palpable. La ciudad, que había sido el hogar de los Carter durante décadas, se preparó para darle el último adiós a un querido residente.
La vida de Rosalynn Carter, marcada por el amor, la fe y el activismo, dejó una huella indeleble en la nación.
La conmemoración de tres días sirvió no sólo como despedida de una ex primera dama sino también como celebración de una vida que tocó a muchas otras personas.
En su legado, encontramos inspiración para defender las causas en las que creemos, amar ferozmente y enfrentar las adversidades de la vida con una fuerza inquebrantable.
Al despedirnos de Rosalynn, llevamos adelante las lecciones de su extraordinario viaje, un viaje que redefinió el papel de una primera dama y dejó una huella duradera en el tejido de la historia estadounidense.
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