Los armenios étnicos en Nagorno-Karabaj anunciaron el jueves que disolverían el pequeño estado separatista por el que habían luchado durante tres décadas.
Como concesión formal a Azerbaiyán, proclamaron en un comunicado que su autodenominada República de Artsaj «dejará de existir» el 1 de enero de 2024.
El líder separatista del territorio, Samvel Shahramanyan, firmó una orden por la que se disuelven todas las instituciones estatales a partir del próximo año.
La disolución del pequeño estado separatista fue resultado de la ofensiva militar de Azerbaiyán y el posterior desplazamiento de la mayoría de la población.
Unas 70.500 personas habían cruzado a Armenia a primera hora de la tarde del jueves, informó la agencia de noticias rusa RIA, de una población estimada de 120.000.
El conflicto por el territorio en disputa de Nagorno-Karabaj ha durado décadas, pero recientemente había estallado nuevamente con violencia renovada.
La región, reconocida internacionalmente como parte de Azerbaiyán pero controlada por personas de etnia armenia, ha sido escenario de una larga disputa entre los dos países.
La última ronda de enfrentamientos comenzó a finales de septiembre de 2020 y ha provocado cientos de muertes y el desplazamiento de miles de personas.
El conflicto tiene sus raíces en la desintegración de la Unión Soviética, cuando Nagorno-Karabaj, que tenía una población mayoritariamente armenia, declaró su independencia de Azerbaiyán.
Esta medida no fue reconocida por la comunidad internacional y Azerbaiyán lanzó una campaña militar para retomar el territorio. La guerra terminó en 1994 con un alto el fuego, pero el conflicto sigue sin resolverse desde entonces.
La reciente escalada de violencia comenzó el 27 de septiembre, cuando Azerbaiyán lanzó una ofensiva militar para retomar Nagorno-Karabaj. Los combates han sido intensos y ambos bandos han utilizado artillería pesada y drones.
La parte armenia ha acusado a Azerbaiyán de atacar zonas civiles, mientras que Azerbaiyán ha acusado a Armenia de utilizar a civiles como escudos humanos.
El conflicto ha atraído a potencias regionales: Turquía apoya a Azerbaiyán y Rusia, que tiene una base militar en Armenia, pide un alto el fuego.
Estados Unidos y Francia, que son copresidentes del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, también han pedido el fin de los combates.
La situación sobre el terreno es compleja, y ambas partes se atribuyen victorias y derrotas. Azerbaiyán ha logrado avances significativos, recuperando varias ciudades y pueblos de la región.
Sin embargo, la parte armenia también se ha adjudicado victorias, incluido el derribo de varios aviones no tripulados azerbaiyanos y la infligir grandes pérdidas a las tropas azerbaiyanas.
El conflicto también ha tenido un impacto humanitario, con miles de personas desplazadas de sus hogares. El Comité Internacional de la Cruz Roja ha pedido la protección de los civiles y que se conceda acceso a las organizaciones humanitarias.
La situación sigue siendo tensa y ambas partes se acusan mutuamente de violar el alto el fuego. Está previsto que las conversaciones se celebren en Moscú el 9 de octubre, pero no está claro si conducirán a un acuerdo de paz duradero.
El conflicto sobre Nagorno-Karabaj es un recordatorio de los conflictos no resueltos que continúan latentes en el espacio postsoviético. También es un recordatorio de la importancia de la diplomacia y el diálogo para resolver esos conflictos.
La comunidad internacional debe trabajar unida para encontrar una solución pacífica al conflicto, que respete los derechos de todas las partes involucradas y garantice la seguridad de los civiles.
La situación en Nagorno-Karabaj es compleja y tiene profundas raíces históricas y culturales. Sin embargo, es importante recordar que en el centro de este conflicto se encuentra la gente corriente que sufre las consecuencias de la violencia.
La comunidad internacional debe hacer todo lo que esté a su alcance para proteger los derechos de los civiles atrapados en el conflicto. Esto incluye garantizar que la ayuda humanitaria pueda llegar a quienes la necesitan y que los civiles no sean atacados ni utilizados como escudos humanos.
También es importante abordar las causas subyacentes del conflicto, incluida la cuestión de la libre determinación del pueblo de Nagorno-Karabaj.
Si bien la región es reconocida internacionalmente como parte de Azerbaiyán, la mayoría de su población es armenia y desde hace mucho tiempo busca la independencia.
En última instancia, una solución duradera al conflicto requerirá la voluntad de ambas partes de entablar un diálogo y llegar a acuerdos.
También requerirá el apoyo de la comunidad internacional, incluidas potencias regionales como Turquía y Rusia, así como de Estados Unidos y la Unión Europea.
El conflicto de Nagorno-Karabaj es un trágico recordatorio del costo humano de los conflictos no resueltos. Depende de todos nosotros trabajar juntos para encontrar una solución pacífica que respete los derechos y la dignidad de todos los afectados por la violencia.
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