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Estados Unidos enfrenta un verano de extremos: olas de calor, incendios forestales y tormentas tropicales

A medida que el calendario avanza en junio de 2024, una cruda realidad se apodera de Estados Unidos: este no es el típico verano. Una implacable ola de calor, alimentada por una poderosa «cúpula de calor», está envolviendo la mitad oriental del país, amenazando con batir récords de temperatura de larga data y superando los límites de la resistencia humana.

Desde el corazón del Medio Oeste hasta las bulliciosas metrópolis del Noreste, se ha instalado un manto de calor opresivo, y se espera que las temperaturas se eleven entre 15 y 25 grados por encima de lo normal. 

Se prevé que el mercurio alcance los 90 grados, incluso superando los 100 grados en algunas zonas, un peligroso preludio al inicio oficial del verano.

El Servicio Meteorológico Nacional (NWS) no se anda con rodeos, calificando esta ola de calor como «la primera gran ola de calor del verano» y advirtiendo de su duración sin precedentes.

«La longevidad del calor peligroso pronosticado para algunos lugares no se ha experimentado en décadas», declaró la agencia en una publicación en las redes sociales, subrayando la gravedad de la situación.

¿El culpable de esta miseria sofocante? Un sistema de alta presión, obstinadamente estacionado sobre la región, atrapando el aire caliente como la tapa de una olla hirviendo. 

Esta «cúpula de calor», como la llaman los meteorólogos, está creando un circuito de retroalimentación: el aire atrapado se calienta cada día que pasa, lo que hace que esta ola de calor no sólo sea intensa, sino también inusualmente duradera.

Grandes ciudades como Chicago, Detroit, Pittsburgh, Nueva York y Filadelfia se preparan para lo peor. 

Los expertos predicen que los récords diarios de temperatura podrían romperse, y Detroit podría experimentar su día más caluroso en 12 años. 

Incluso durante la noche, habrá poco respiro, ya que las temperaturas bajan sólo ligeramente, ofreciendo un alivio mínimo a quienes no tienen aire acondicionado.

A la urgencia se suman las preocupaciones sobre el impacto acumulativo de la exposición prolongada al calor. 

«La duración de este calor puede tener un efecto potencialmente peligroso en el cuerpo», advirtió Steven Freitag, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional en Detroit.

Los funcionarios de salud están haciendo sonar la alarma e instan a las personas a mantenerse hidratadas, limitar las actividades al aire libre y estar atentos a los signos de agotamiento por calor e insolación. 

El Dr. Sameed Khatana, una voz líder en materia de cambio climático y salud, destacó la creciente amenaza: «El cambio climático y sus múltiples manifestaciones desempeñarán un papel cada vez más importante en la salud de las comunidades de todo el mundo en las próximas décadas».

Pero la ola de calor es sólo una pieza de un rompecabezas mayor y más preocupante. 

Las mismas condiciones atmosféricas que alimentan la cúpula de calor también están exacerbando los incendios forestales en el oeste azotado por la sequía. 

El incendio forestal Post Fire, que arrasa el norte de Los Ángeles, ya ha quemado miles de acres, obligando a cientos de personas a huir de sus hogares.

Y como si una cúpula de calor y unos incendios forestales desenfrenados no fueran suficientes, están surgiendo los primeros rumores de la temporada de huracanes en el Atlántico. 

Si bien se espera que la tormenta tropical Alberto se debilite a medida que avanza sobre el agua, amenaza con desatar fuertes lluvias a lo largo de la costa del Golfo, complicando aún más a un patrón climático ya volátil.

La confluencia de estos eventos extremos ha amplificado la conversación sobre el cambio climático. 

Los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU son categóricos: la actividad humana está haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes e intensos.

«Los extremos cálidos ocurrirán aún más a menudo -y tenderán a alcanzar temperaturas más altas- mientras el mundo siga calentándose», advirtió el IPCC.

Este verano de 2024, entonces, ofrece una visión aleccionadora de un futuro donde el clima extremo no es la excepción, sino la norma. 

Es un claro aviso de que las consecuencias del calentamiento del planeta ya no son abstractas, sino que se desarrollan en tiempo real, afectan a millones y exigen una acción inmediata.

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